EXCEPCIONAL

Hoy os voy a contar un retazo de historia de mi vida aún a riesgo de quedar un poco más expuesta en este mundo de las redes sociales, algo peligroso según algunos, pero como estamos entre vecinos… ahí voy.

Me casé a los diecinueve años por que quise, aunque muchos pensaron que estaba embarazada. A los dos años nació la primera de mis tres hijos. A partir de ahí empezó  una carreta contra reloj, leer mucho sobre crianza y educación hasta que me di cuenta que no está todo escrito y que la historia de mi vida debía escribirla yo.

Por avatares de la vida diecinueve años después el que hoy es mi ex marido se fue con mi mejor amiga dejándome con cara de tonta y una profunda depresión.

Y es ahí donde empieza este relato. Todo estaba patas arriba, mis suegros tomaron el rol de padres. Mi suegra se trasladó a Madrid para acompañarme en los primeros momentos. Ahora, después de quince años siguen siendo mis padres.

Este relato es un agradecimiento a dos personas con una generosidad sin límites. Todos los años cuando llega navidad, Semana Santa o vacaciones nos juntamos, y digo juntamos porque nos reunimos, mis cuñados (para mi, hermanos) y todos los nietos (nueve). Todo son risas y buenos momentos, Lo tomamos como un descanso, evitamos confrontaciones, puede que nos resulte fácil porque tenemos una filosofía de vida muy parecida, vive y deja vivir, pero sobre todo prima la educación, lo que hace que no surjan roces.

Siempre pensé que con el tiempo se irían separando de mi para unirse a su hijo pródigo. El tiempo me ha quitado la razón. Nunca me han soltado. Con mi ex marido me llevo bien, nos unen tres hijos, a mi ex amiga la he borrado del mapa, a ella solo me une la indiferencia.

Soy un claro ejemplo de que la vida pone a cada uno en su sitio.